El
nombre de adolescente procede del verbo latino ‘adolescere’ que significa
aproximarse a la madurez, crecer. Los principales estudios realizados sobre la
adolescencia señalan una serie de características generales de esta edad, de
las que distinguiremos como la más importante, a la que nos vamos a centrar, la vergüenza.
Comenzaremos
haciendo referencia al miedo. El miedo es un estado afectivo acostumbrado en el
hombre y ligado al instinto de conservación. Es una reacción de defensa
mediante la cual todo ser viviente tiende a escapar de un ataque venido de
fuera. Existe en la personas un miedo social, que llamamos timidez o vergüenza.
Encontramos
cierto paralelismo entre el miedo social
y miedo a la opinión pública, que realmente viene siendo lo mismo. El miedo a
la opinión pública, como cualquier otra modalidad del miedo es dominante y
atrofia el desarrollo. Mientras este tipo de miedo siga teniendo fuerza, será difícil
lograr nada verdaderamente importante, y será imposible adquirir la verdadera
felicidad.
Después
de esta breve aclaración sobre el miedo social, en mi opinión un factor muy
importante que interviene en la superación de la vergüenza, es el amor propio a
uno mismo y así bien su motivación.
El amor propio, el amarse a sí mismo implica
aceptarse a sí mismo reconociéndose como ser humano valioso y porque así lo
decide uno mismo.
Un
individuo para comportarse necesita un conocimiento que le dirija y de un motor
que le impulse, de una energía propia que le haga obrar, esto es a lo que
llamamos motivación. La motivación
se define como aquello interno al individuo que le incita a la acción; esto es
cualquier idea, necesidad, emoción, que le impulsa a la acción.
Me
gustaría hacer mención a la afirmación de Claudio Bernard, ‘’la estabilidad del
medio interior, es la condición de vida libre’’
Aunque
también hemos de mostrar atención a las condiciones del exterior, ya que son
muy influyentes en el individuo. Quiero decir que, al menos hablando en primera
persona, la motivación tanto de uno mismo, como aquella que procede de personas
cercanas es primordial. Hablando siempre de mi experiencia, hago referencia a
una motivación (la más cercana a mí) y esta es la de mi madre. Muchas veces no he
sido capaz de enfrentarme a obstáculos, a problemas a los que aún por
motivación interna, no he sabido resolver, y finalmente he sabido combatirlos, gracias
a la motivación que he recibido de su parte.
Una
vez comprendido estos términos haremos hincapié en una anécdota a la que tuve
que enfrentarme cuando tenía 17 años…Le planté cara a la vergüenza, el miedo a
la opinión pública…
Se
trataba de un experimento en el cual nuestro profesor de filosofía nos había
propuesto un ensayo para superar la vergüenza.
Este
trataba de tener que salir disfrazado desde tu casa, hasta el colegio y seguir
disfrazado hasta la hora de salida. Después de realizar tal experimento,
reflexionar sobre ello. –Recuerdo que nunca llegue a hacer tal reflexión, por
eso a mis 50 años me dispongo a reflexionar acerca de mi experiencia, aunque
esta no esté tan reciente como a los 17…-
Creo
recordar que lo peor quizás fue la búsqueda del disfraz, ya que mi intención
era disfrazarme de Ganfalf el gris, debido a mi fascinación hacia las películas
del Señor de los Anillos.
Aunque
por aquellos entonces mi hermana hacía prácticas de enfermería, y me ofreció la
oportunidad de disfrazarme de médico. Pero finalmente opté por el disfraz de ‘’Buscando
a Wally’’ Ya que me parecía un personaje interesante de interpretar…
Al
salir de mi casa disfrazada, (no era Carnaval, creo recordar que estábamos a
mitad de Noviembre) mi sentía ridícula al principio, aunque me resultaba
divertido que la gente mirara extrañada y me sonriera… Al llegar al instituto
los compañeros al estar acostumbrados a disfraces anteriores no se burlaban
demasiado (o al menos, eso pensaba yo...)
Mi
experiencia no fue traumática, al contrario fue una experiencia muy
satisfactoria. Pude enfrentarme a la vergüenza de otra manera a la que podía estar
acostumbrada, y me di cuenta de que realmente esas burlas no me afectaban y que
estaba plantando cara a aquellas opiniones, que muchas veces en la sociedad no
me dejaban avanzar a ser yo misma.
A
mis cincuenta años, hago un llamamiento a los jóvenes; enfrentarse a la vergüenza
es enfrentarse a las opiniones de los demás y por tanto conseguir ser uno mismo.