domingo, 23 de marzo de 2014

Sumergirse en el silencio durante 24 horas.



El origen del lenguaje es un tema enigmático e incluso imposible cuya opacidad ha vivido las mas variadas explicaciones. Lucrecio señaló la esencial dificultad del asunto: lo asombroso no sería que un sabio fundador hubiese inventado las palabras, sino que lograra explicar a los demás qué eran tales palabras y como funcionaban... sin utilizarlas. Piensa el poeta romano, antes de expresar y comunicar significados los hombres tuvieron que expresar y comunicar sentimientos, alarmas, anhelos, tal como vemos que hacen los animales. Muchos siglos después Jean-Jacques Rousseau sostuvo que las ideas iniciales del lenguaje fueron propulsados por la pasión y no por la razón. Tampoco las formas de comunicación no verbales brotaron del afán didáctico del conocimiento.  Los hombres no fundimos en la comunicación sea por medio de voces, imágenes o signos. Fundirse para fundarse, incesantemente. 

Tras haber leído este fragmento extraído del libro de Diccionario Filosófico de Fernando Savater, daré paso a  introducir el tema tratar de hoy Sumergirse en el silencio durante 24 horas.


¿Pensaste alguna vez lo importante que es la comunicación?



El objetivo del experimento en cuestión, se basa en reflexionar a cerca de la sensación provocada tras no haber precisado la base de la comunicación, el lenguaje. Para ello debía de aislarme, desconectar de todo aquello que me brindase la posibilidad de comunicación, es decir, hablo de la ''relación'' con la televisión, teléfono móvil, el ordenador y por supuesto, sin olvidar el lenguaje.


El resultado de mi experiencia podría definirlo brevemente en una palabra: alegría. Así es, parecerá curioso...
Para que me comprendáis mejor comenzaré  por la mañana de un doce de Marzo...

La noche antes del día doce, tuve que concienciarme firmemente de que estaría un largo día sin poder comunicar aquellas sensaciones e ideas que se me presentasen, aun siendo las mas ridículas e insignificantes.
Al despertar, la sensación realmente se presentaba como un ''quiero y no puedo''. Muchas veces hemos podido sentir algo parecido, pero en este caso la sensación se incrementaba.
El tramo escolar no me resultó excesivamente ''cruel'', no podía dialogar pero al menos podía escuchar, benditos oídos...
Aunque siendo sinceros, he de decir que no me pude resistir y pronuncié palabra... Y no una, ni dos... La situación se presentaba en un examen de inglés y el hecho de ser uno definitivo e importante, no hubo más remedio.

Al llegar a casa, traté de transmitir a mi madre toda mi experiencia de la mañana. Era extraño, con pocos movimientos faciales y gestos, mi madre sabía traducir exactamente todo lo que yo quería expresar.
Quizás la finalidad del experimento, era desvincularme de toda comunicación, pero reconozco que me era imposible, necesitaba expresar todo lo que estaba experimentando, todo lo que se me sucedía, y mediante gestos, con mi madre lo conseguí...

La tarde se presentó muy tranquila, quizá demasiado. Mi única opción era estudiar, aunque la lectura fue otra vía de escape por unas horas. Lo único que quería era que llegase el momento de poder hablar, me cansaba aquella situación, debido a que me encontraba sola en casa y no tenía con quien ''intentar'' comunicarme.
Llegando la noche, mi madre me planteó el acompañarle a bajar a nuestros perros, para que así pudiera al menos despejarme, puesto que no salí en toda la tarde de casa, para no tener que pasar ningún momento vergonzoso con alguna persona.

¿Recordáis que anteriormente expresé que mi experiencia se resumía en ''alegría''? El haber experimentado la alegría en mi día ''del silencio'', fue gracias a mi madre.
Una vez en la calle, como imaginaréis traté de volver a contarle a mi madre que había sentido, y de nuevo, únicamente mediante gestos mi madre sabía a la perfección lo que quería expresarle. Incluso le reflejaba alguna curiosidad que en ese mismo instante sentía y sin más, podía saber a que me refería. Quizás no os hagáis una idea de la sensación, ya que era algo inverosímil. En aquel momento sabíamos que ambas teníamos una conexión tan fuerte, tan firme,  que no hacia falta apenas palabra.

Este experimento me ha enseñado que el enlace o la unión que tengo hacia mi madre es mucho mayor de lo que pensaba. Me ha hecho percatarme de lo importante que es el poder hablar, pero también he aprendido que mas importante, es el poder tener a alguien que con ninguna palabra es capaz de saber interpretar aquello que quieres decir.

Animo a toda persona que después de leer mi escrito haya sentido una mínima curiosidad de que es lo que se podría llegar a sentir tras ''24 horas sin hablar''. Quizás no haya conseguido el objetivo del experimento en sí, pero estoy segura que he conseguido mucho más que eso. 



... Luego, liberado tanto del dios del momento como de la eternidad, aunque sin aquel afán por quitarle la fuerza a los dos siguió el periodo de un tercer poder de un poder meramente del aquí, declaradamente mundano, y éste - que me importa, helenos, vuestro culto al kairós, vuestra felicidad celestial, cristianos y musulmanes- apostó por algo que estaba en medio de los dos, por el logro de cada una de mis cosas de aquí, porque lograra el tiempo único de la vida...
                                                      Peter Handke, Ensayo sobre el día logrado. 







viernes, 6 de diciembre de 2013

Memorias a mis cincuenta...



El nombre de adolescente procede del verbo latino ‘adolescere’ que significa aproximarse a la madurez, crecer. Los principales estudios realizados sobre la adolescencia señalan una serie de características generales de esta edad, de las que distinguiremos como la más importante, a la que nos vamos a centrar, la vergüenza.

Comenzaremos haciendo referencia al miedo. El miedo es un estado afectivo acostumbrado en el hombre y ligado al instinto de conservación. Es una reacción de defensa mediante la cual todo ser viviente tiende a escapar de un ataque venido de fuera. Existe en la personas un miedo social, que llamamos timidez o vergüenza.

Encontramos cierto paralelismo entre el miedo social y miedo a la opinión pública, que realmente viene siendo lo mismo. El miedo a la opinión pública, como cualquier otra modalidad del miedo es dominante y atrofia el desarrollo. Mientras este tipo de miedo siga teniendo fuerza, será difícil lograr nada verdaderamente importante, y será imposible adquirir la verdadera felicidad.

Después de esta breve aclaración sobre el miedo social, en mi opinión un factor muy importante que interviene en la superación de la vergüenza, es el amor propio a uno mismo y así bien su motivación.

El amor propio, el amarse a sí mismo implica aceptarse a sí mismo reconociéndose como ser humano valioso y porque así lo decide uno mismo.

Un individuo para comportarse necesita un conocimiento que le dirija y de un motor que le impulse, de una energía propia que le haga obrar, esto es a lo que llamamos motivación. La motivación se define como aquello interno al individuo que le incita a la acción; esto es cualquier idea, necesidad, emoción, que le impulsa a la acción.

Me gustaría hacer mención a la afirmación de Claudio Bernard, ‘’la estabilidad del medio interior, es la condición de vida libre’’

Aunque también hemos de mostrar atención a las condiciones del exterior, ya que son muy influyentes en el individuo. Quiero decir que, al menos hablando en primera persona, la motivación tanto de uno mismo, como aquella que procede de personas cercanas es primordial. Hablando siempre de mi experiencia, hago referencia a una motivación (la más cercana a mí) y esta es la de mi madre. Muchas veces no he sido capaz de enfrentarme a obstáculos, a problemas a los que aún por motivación interna, no he sabido resolver, y finalmente he sabido combatirlos, gracias a la motivación que he recibido de su parte.

Una vez comprendido estos términos haremos hincapié en una anécdota a la que tuve que enfrentarme cuando tenía 17 años…Le planté cara a la vergüenza, el miedo a la opinión pública…

Se trataba de un experimento en el cual nuestro profesor de filosofía nos había propuesto un ensayo para superar la vergüenza.

Este trataba de tener que salir disfrazado desde tu casa, hasta el colegio y seguir disfrazado hasta la hora de salida. Después de realizar tal experimento, reflexionar sobre ello. –Recuerdo que nunca llegue a hacer tal reflexión, por eso a mis 50 años me dispongo a reflexionar acerca de mi experiencia, aunque esta no esté tan reciente como a los 17…-


Creo recordar que lo peor quizás fue la búsqueda del disfraz, ya que mi intención era disfrazarme de Ganfalf el gris, debido a mi fascinación hacia las películas del Señor de los Anillos.
Aunque por aquellos entonces mi hermana hacía prácticas de enfermería, y me ofreció la oportunidad de disfrazarme de médico. Pero finalmente opté por el disfraz de ‘’Buscando a Wally’’ Ya que me parecía un personaje interesante de interpretar…









Al salir de mi casa disfrazada, (no era Carnaval, creo recordar que estábamos a mitad de Noviembre) mi sentía ridícula al principio, aunque me resultaba divertido que la gente mirara extrañada y me sonriera… Al llegar al instituto los compañeros al estar acostumbrados a disfraces anteriores no se burlaban demasiado (o al menos, eso pensaba yo...)

Mi experiencia no fue traumática, al contrario fue una experiencia muy satisfactoria. Pude enfrentarme a la vergüenza de otra manera a la que podía estar acostumbrada, y me di cuenta de que realmente esas burlas no me afectaban y que estaba plantando cara a aquellas opiniones, que muchas veces en la sociedad no me dejaban avanzar a ser yo misma.



A mis cincuenta años, hago un llamamiento a los jóvenes; enfrentarse a la vergüenza es enfrentarse a las opiniones de los demás y por tanto  conseguir ser uno mismo.